martes, 27 de marzo de 2012


GIJÓN

«En esta casa las madres podrán ser bendecidas por dar a luz», dice Jesús Sanz.



El arzobispo inauguró ayer la residencia para gestantes de La Guía y criticó a quienes «quieren hacer de la suya una única voz»

Una casa de acogida para madres gestantes. Un edificio de una sola planta en La Guía que, desde ayer, festividad de la Reencarnación del Señor, pone 14 plazas a disposición de jóvenes embarazadas con dificultades, sociales o económicas, con el fin de que puedan sacar adelante su embarazo. La iniciativa, que ya cuenta con cuatro solicitudes, la ha puesto en marcha la congregación Madre de los Desamparados y San José de la Montaña y el arzobispo de Oviedo le aportó su bendición y su palabra.
Fue la madre general de las religiosas que van a regentar la casa la que dibujó en que consistirá su trabajo: en «brindar ayuda a la mujer desamparada y a los niños inocentes cuya vida esté en riesgo o en peligro», afirmó María Ángeles Villar, instantes antes de que Jesús Sanz Montes salpicara con agua bendita y una gran sonrisa la puerta de entrada al edificio. «Resulta gozoso construir una casa que no es un patíbulo ni un paredón, que no es laboratorio de experimentación humana ni cámara de gas, ni una checa ni un gulag, que no es una clínica abortiva. Todo lo contrario. Un lugar donde la vida se acoge y reconoce con esperanza, donde se le acompaña responsablemente, donde se nutren sus hambres y se bendan sus heridas», leyó en la homilía el arzobispo de Oviedo.
En una misa al aire libre celebrada en los jardines de la casa de acogida, Sanz Montes hiló su reciente visita a la casa infantil de la misión asturiana en Benin con la de las madres gestantes de Gijón. Y dijo que «Asturias mira hacia esta casa también esta pintada de alegría», en alusión al centro africano que se llama Casa para la Alegría de los Niños, donde los pequeños más desamparados que queremos que nos nazcan aprenderán a sonreír dejando de ser rehenes de sus desdichas».
Las administraciones
También para las madres gestantes tuvo su tiempo y su discurso. Para ellas fueron las palabras más protectoras y para la sociedad, gobiernos y políticos, las más acusadoras. «Las madres podran ser, no condenadas a dar a luz, sino bendecidas por ello y sostenidas por el regalo de la vida. Así nos comprometemos la Iglesia asturiana, las hermanas, las asociaciones y las administraciones locales y regionales, cuando se ponen de parte del inocente y del desfavorecido, y nos ayudan para poder nosotros ayudar», dijo, agradeciendo públicamente a la alcaldesa de Gijón, sentada entre los fieles, su presencia y colaboración.
Escasas aportaciones políticas realizó ayer el arzobispo de Oviedo en una jornada electoral que prefirió dejar para asuntos religiosos. No obstante, Sanz Montes no se pudo sustraer a resaltar la «instancia incómoda» en que se convierte la Iglesia cada vez que aborda el temas del aborto, si bien resaltó que «no me voy a callar». Y apostilló que «el Evangelio de la vida suena extraño, provocativo, y no es apto para los públicos que quieren hacer de la suya una única voz y de sus intereses un imperativo legal que revisten luego de falsa democracia y de ideológica modernidad. La mejor manera entonces de censurar el mensajes es matar al mensajero. Una vez más».

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