martes, 14 de julio de 2009

Reflexiones sobre la Felicidad (1)

Esta reflexión esta escrita por el Padre Eduardo Sanz de Miguel o.c.d., me han parecido de una gran claridad y abusando de su confianza, me permito reproducirlas, para que podamos disfrutarla.

A lo largo de los siglos, filósofos y pensadores han reflexionado sobre la felicidad. Aristoteles, por ejemplo, dice que todos los hombres aspiran a la felicidad, pero reconoce que no se ponen de acuerdo entre si para definir en que consiste. Unos creen que es el placer o la riqueza. Otros piensan que es la practica de la virtud. A lo largo de los siglos, algunos hombres han buscado la satisfacción de todos los deseos que producen placer. Otros, por el contrario, recomiendan despojarse de los mismos deseos y negar los apetitos. Las propuestas de vida para encontrar la felicidad han sido tan variadas en los distintos tiempos y culturas, que es imposible conocerlas todas. Los numerosos libros modernos de autoayuda hablan de la autorealización personal, con un montón de recetas para alcanzarla. Pero no debe ser muy sencillo, cuando tanto no la consiguen, a pesar de poner en práctica todas sus recomendaciones. Yo creo que solo se puede ser feliz quien descubre que su vida tiene un sentido. La falta de sentido en la propia vida es la fuente de las mayores frustraciones y de muchas depresiones.

Dado por sentado que nuestra vida adquiere un sentido cuando nos sabemos amados y somos capaces de amar, voy a hablar únicamente de dos conceptos que hacen referencia a nuestra vida humana ( la aceptación y el olvido de sí ) y de otros dos que hacen referencia a nuestra relación con Dios ( la confianza y el abandono ).

1.- LA AUTOACEPTACION

Acaba de morir Michael Jackson. Un perfecto ejemplo de lo que supone la no aceptación de la propia historia y del propio físico, del intento por construir una apariencia y una realidad a la medida de sus ilusiones, con la esperanza de que el fruto de su obra sería la felicidad, se une a la historia de otros tantos, que han triunfado humanamente, pero no han encontrado la felicidad. Abderramán III, por ejemplo, después de cincuenta años de poder y esplendor, escribió: " los días de pura y auténtica felicidad que he disfrutado en toda mi vida suman catorce ".

Es significativo que la mayor parte de las intervenciones quirúrgicas en países occidentales sean de cirugía estética. Casi nadie se acepta a si mismo.

El comienzo de la Historia de un alma de Santa Teresita, puede ayudarnos a reflexionar sobre la autoaceptación. No todos somos rosas, ni todos somos claveles, pero casa flor es hermosa en sí misma. De nada sirve que una margarita quiera ser violeta: no lo conseguirá y vivirá amargada. Cada ser humano es una obra maestra de Dios, única e irrepetible y la historia de cada persona tiene un sentido oculto, que sólo se manifestará plenamente en el momento oportuno.

" Abriendo el Evangelio, mis ojos se encontraron con estas palabras: " Subió Jesús a una montaña y fue llamando a los que él quiso, y se fueron con él ". He aquí el misterio de mi vocación, de mi vida entera, y sobre todo, el misterio de los privilegios que Jesús ha querido dispensar a mi alma. El no llama a los que son dignos, sino a los que él quiere, o, como dice San Pedro " Tendré misericordia de quien quiera y me apiadaré de quien me plazca ". No es pues, cosa del que quiere o del que se afana, sino de Dios que es misericordioso. Durante mucho tiempo me he preguntado por qué Dios tenía preferencias, por qué no recibían todas las almas las gracias en igual medida. Me preguntaba por qué los pobres salvajes, por ejemplo, morían en gran número sin haber oído ni tan siquiera pronunciar el nombre de Dios.

Jesús ha querido darme luz acerca de este misterio. Puso ante mis ojos el libro de la naturaleza y comprendí que todas las flores que él ha creado son hermosas, y que el esplendor de la rosa y la blancura del lirio no le quitan a la humilde violeta su perfume, ni a la margarita su encantadora sencillez. Comprendí que si todas las flores quisieran ser rosas, la naturaleza perdería su gala primaveral y los campos ya no se verían esmaltados de florecillas.... Eso mismo sucede en el mundo de las almas, que es el jardín de Jesús.

Comprendí también que el amor de nuestro Señor se revela lo mismo en el alma más sencilla que no opone resistencia alguna su gracia, que en el alma más sublime. Y es que, siendo propio de amor el abajarse, si todas las almas se parecieran a las de los santos doctores que han iluminado a la Iglesia con la luz de su doctrina, parecería que Dios no tendría que abajarse demasiado al venir a sus corazones. Abajandose de tal modo, Dios muestra su infinita grandeza y se ocupa de cada alma personalmente, como si no hubiera más que ella.

Mi vida tiene un sentido porque Dios tiene un proyecto de amor sobre ella. No me importa si soy clavel o jazmín. No tengo que compararme con nadie. No importan tampoco mis fallos pasados o mis limitaciones físicas, psicológicas o intelectuales. Lo que verdaderamente importa es que Cristo me ama y me acepta como soy. Él quiere ayudarme a ser mejor. Pero no espera a que yo sea mejor para amarme. Ya me ama más de lo que yo me puedo amar a mí mismo, ni entiendo. En el momento oportuno, me dará su luz y comprenderé que toda mi vida tiene un sentido y que cada acontecimiento de mi existencia se integra armónicamente en él. Aunque ahora no lo vea, ni lo comprenda.

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