sábado, 18 de julio de 2009

Reflexiones sobre la felicidad (3)

3.- LA CONFIANZA

A los 19 años, Santa Teresita hizo unos ejercicios espirituales en los que descubrió vivencialmente que la misericordia de Dios es más grande que nuestras faltas y que para los que viven en el amor de Dios, desaparece el temor. " Sufría por entonces grandes inquitudes interiores de toda clase.... Estaba dispuesta a callar acerca de mi estado, por no saber como expresarme, pero apenas entré en el confesionario, sentí que mi alma se dilataba. Después de haber pronunciado unas pocas palabras, fui comprendida de un modo maravilloso, y hasta adivinada.... Me lanzó a velas desplegadas por los mares de la confianza y del amor, que me atraían tan fuertemente, pero por los que no me atrevía a navegar. Me dijo que mis faltas no desagradaban a Dios.... ¡ Oh, qué dicha experimenté al escuchar estas consoladoras palabras !. Nunca había oído decir que las faltas pudiesen no desagradar a Dios. Esta seguridad me colmó de alegría y me hizo soportar pacientemente el destierro de la vida. En el fondo de mi corazón estaba convencida de que era así, pues Dios es más tierno que una madre. De hecho, ¿ no estás tú, madre mía querida, siempre dispuesta a perdonarme las pequeñas indelicadezas de que te hago objeto involuntariamente ?. ¡ Cuántas y qué dulces pruebas tengo de ello !. Ningún reproche me conmovería tanto como una sola de tus caricias. Soy de un carácter tal,que el temor me echa para atrás, mientras que el amor no sólo me hace correr, sino volar".

Ella nos enseña que, igual que una madre no se enfada cuando su hijo pequeño, que está aprendiendo a caminar, cae al suelo, sino que se preocupa por sí se ha hecho daño y le levanta con afecto, Dios sabe que estamos aprendiendo a ser santos y no se enfada por nuestras faltas, porque nos ama y sólo desea nuestro bien. Él mismo nos ayuda a levantarnos, nos da su perdón cuando volvemos a Él y nos anima a volver a intentarlo.

La confianza surge de la experiencia. Un niño se lanza cotidianamente en los brazos de su madre, y se siente seguro entre ellos, porque ha experimentado muchas veces que su madre lo abraza con afecto. Si cada vez que se lanza a sus brazos, su madre lo lanzara al suelo, el niño se alejaría de ella. Nosotros podemos confiar plenamente en Dios cuando hacemos experiencia de su amor sin límites, de su perdón, de su misericordia. Jesús nos enseña a llamar a Dios " Padre "; es decir, a relacionarnos con Él como un niño pequeño en brazos de su padre. Por eso nos habla de los lirios del campo, que no tejen ni hilan, pero el Padre los viste con más hermosura que el mejor modisto. También nos pone el ejemplo de los pájaros, que no siembran ni cosechan, pero Dios los alimenta. La confianza de Jesucristo en Dios se basa en que Él sabe que nuestro Padre del cielo quiere lo mejor para nosotros y sabe lo que es mejor para nosotros. Por eso se fía de Él.

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